ArchivAlxuzer n º 2  " Acta de colocación de la hitas en el quiero de la acequia de Barreras, entendida como la de Beniaján, que señala...

Aljucer en el año 1890

ArchivAlxuzer n º 2 

"Acta de colocación de la hitas en el quiero de la acequia de Barreras, entendida como la de Beniaján, que señalan el límite de estas dos feligresías del Palmar con la de Aljucer". Archivo Parroquial de El Palmar. Año 1890.  

Andaba el pueblo en ese año enfrascado con varios problemas político-religiosos que fueron subsanados en su mayor parte. Estos atañían a la insalubridad del cementerio, la segregación de la Iglesia y al conflicto con los auroros de El Palmar. 

Problema importante era el de la capacidad del pequeño cementerio situado alrededor de la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, con constantes quejas debido a las malas condiciones de salud y de mantenimiento del mismo. 

En marzo el Señor Gobernador daba la orden de clausura para el cementerio, pero se siguió enterrando en él, incluso en junio se reiteró dicha orden al encargado de aquel cementerio, con apercibimiento de 500 pesetas de multa. Pero todo esto quedó solucionado provisionalmente con la ampliación del campo santo con una tahúlla más. 

Paralelamente, la petición ancestral de los vecinos de Aljucer de tener parroquia propia, quedaba arreglada también parcialmente, en el mes de marzo, mediante un decreto firmado por la Reina Regente María Cristina, por el cual quedaba mejorada la Rectoría de Aljucer con la creación de un Curato. 

Aunque no era aún independiente de la de Santa María de Murcia, al menos Aljucer podría disponer de un sacerdote residente, ocupando la plaza de Cura Teniente Don Miguel Gimeno Ortín, contando en aquel entonces con 55 años de edad. Su brillante gestión llevó tan solo diez años después a alcanzar la Iglesia de Aljucer la categoría de Parroquia. 

Existía un conflicto entre las cuadrillas de auroros o aguilanderos de las pedanías de Aljucer y de El Palmar, por la cuestión de los límites de ambas feligresías. 

En sus salidas por los caminos y carriles de la huerta, las cuadrillas entraban a cantar o a rezar en el término de la pedanía vecina solicitando limosnas para sus hermandades. Esta intromisión en la demarcación de la otra feligresía suscitó un enfrentamiento de competencias entre ambos párrocos, debiendo intervenir tanto la autoridad religiosa como civil para solucionar el problema. 

Con fecha 14 de agosto de 1890, quedaba declarado que el lindero fijo que siempre ha dividido a ambas feligresías ha sido y continuaría siéndolo en adelante la acequia llamada de Beniaján. Así correspondería a la feligresía de El Palmar, todos los vecinos que han vivido y vivan en la parte del mediodía (sur), pasada la parte de la referida acequia que cruza la carretera que conduce a Cartagena (Camino Viejo de Aljucer), en cuya zona se hallan las casas llamadas 'El Pinar', objeto de la presente competencia. 

Se daba traslado de este Decreto al cura de El Palmar y al cura rector de Aljucer para que se conservara en ambos archivos. Algunos días después, el alcalde de Murcia ordenaba a los alcaldes pedáneos de ambas demarcaciones, la colocación de las hitas que señalaran el límite ambas feligresías; el 20 de agosto, los señores alcaldes del barrio de El Palmar y de Aljucer, el Guarda de la Acequia Mayor de Barreras, en unión del cura ecónomo de la iglesia parroquial de la Purísima Concepción del Palmar, Antonio Serrano, en el sitio denominado de la Acequia, vulgarmente entendida de Beniaján y hora las tres de la tarde se procedió por el maestro cantero Jesús Gallego Martínez de unión de otros operarios, a la colocación de las hitas en el quijero (lados del cauce) de la referida acequia, que señalaba los límites de las feligresías del Palmar con las de Aljucer. 

Realizadas las operaciones, se levantaba acta en cumplimiento a lo mandado por el alcalde de Murcia, firmando la misma los señores designados al efecto. Dos días después, el alcalde de El Palmar, Bartolomé Gallego Luján, entregaba una comunicación del alcalde de Murcia al cura de su Parroquia, Antonio Serrano. La orden decía así: «Debo prevenirlo a usted que para evitar cuestiones posteriores, encargue terminantemente a las cuadrillas de auroros, aguilanderos y todos los que por cualquier pretexto hagan cuestación entre los vecinos, pasen a verificarlo en las parroquias limítrofes y en especial en la vecina de Aljucer, lo cual vigilará usted y hará cumplir con todo rigor, bajo apercibimiento de que se le prohibirá continuar saliendo». A su vez, el alcalde de Aljucer, Antonio Moreno, entregaba la misma misiva al cura rector de Aljucer, con la prohibición de que los auroros y aguilanderos no entraran en las parroquias limítrofes y en especial en el término de El Palmar. 

Por desgracia el documento guardado en la Parroquia de Aljucer se perdió en la guerra, pero quedará restablecido al existir una copia del mismo en el Archivo Parroquial de El Palmar.

Félix Martínez

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